Encuentro Feminista del Paraguay 2013. Foto: Luis Vera

De putas, amantes y planilleros

En los últimos días se dio a conocer información sobre personas que estarían cobrando sueldos en el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), sin trabajar, lo que  se conoce como “planillear”. Estas personas, según los informes, estaban viajando mientras “asistían” a su puesto de trabajo.

Ríos de tinta podría escribirse sobre esta práctica de corrupción que debería investigarse y sancionarse en la justicia y eliminarse definitivamente de la “práctica política” paraguaya. Lo que me interesa en estas líneas es resaltar algo del discurso  que he visto y escuchado. Resulta que las mujeres que supuestamente planillean son “las putas y amantes” de alguien. O sea, ella, casi es más acusada de “amantear” y vender servicios sexuales que de quedarse con dinero público sin trabajar ¿cuál es la diferencia, por qué ellas son putas y ellos son sencillamente planilleros? ¿Qué es más grave? ¿Que ella pudiera vender servicios sexuales o que la plata sea pública? De acuerdo al discurso, pareciera que es más grave lo primero. El reproche a las mujeres es casi más de moralina sexual que de hechos punibles.

Quiero recordarle a la gente que se santigua hablando de estas “putas”, que el trabajo sexual en Paraguay es una actividad lícita. Cualquier persona adulta es libre de vender sus servicios sexuales si así lo prefiere. El asunto en este caso es que si hubiera este tipo de transacción (lo cual habría que probar), se trata del dinero que todas las personas contribuyentes de este país pagamos. A mí no me interesa lo que hagan con su cuerpo estas personas, su cuerpo es suyo. Lo que me interesa es saber qué se hace con el dinero que aportamos a través de nuestros impuestos.

El dedito acusador hacia las mujeres tiene mucho más de tufo de moralina que de acusación seria contra la corrupción, ¿por qué hay que tener una calificación diferenciada para hombres y mujeres si pudieron haber cometido el mismo hecho punible?. Esto se llama doble moral, porque mientras se “acusa” a las mujeres de ser “las putas de”, también estamos diciendo  dos cosas: que ellas son incapaces de robar por cuenta propia, lo que muestra que pensamos que son seres inferiores y por otra parte, estamos casi dejando de señalar a quien corresponde. Los lentes del machismo y la doble moral nos pueden llevar a ver las cosas fuera de dimensión y también a sacarle fuerza y seriedad a las reivindicaciones. No hace falta destilar machismo para denunciar la corrupción.


Fuente: De putas, amantes y planilleros