Encuentro Feminista del Paraguay 2013. Foto: Luis Vera

Mi cuerpo NO es mío, ni de Benedicto

Verónica Villalba Morales // El contexto: Merengue a todo volumen, la tormenta parece que se viene, las luces apagadas, velas encendidas y yerba “buena” para alegrarnos el fin de semana, “hay cosas que te ayudan a vivir”, dice Fito Páez (que nada tiene que ver con la salsa que escuchamos en la isla…). Necesitamos alegría porque hace unos días nos la robaron, en República Dominicana aprobaron el artículo 30 en la reforma constitucional, el mismo reconoce la vida desde la concepción, con esta definición la despenalización del aborto queda fuera de todo posible debate; los cortes de luz de 12 horas incentivan la chercha (fiesta, charla en este caso).

– “La Iglesia Católica quiere controlar desde hace siglos los cuerpos de las mujeres y siempre se salen con la suya”, dice ella con sus enormes ojos azules porque cuando habla parece que son ellos desde donde sale su voz….

– Sí, pero qué mujeres? ¿Quiénes son esas mujeres? La Iglesia controla no sólo los cuerpos de las mujeres biológicas , los gays, las personas trans, todas las sexualidades que no son heterosexuales/reproductivas y dentro del matrimonio, todas las otras relaciones, las otras sexualidades, son parte de su control, es una cadena, en ella el aborto es un eslabón más, digo yo… (la que siempre habla de translesbisputos)

– “Sí es verdad, es una cadena, la Iglesia ejerce ese control sobre todos los cuerpos, pero quiénes sufren la muerte en una camilla, por tener que realizarse un aborto en forma clandestina son las mujeres, ellas son las que sufren porque son las únicas que se embarazan, las que pueden tener hij*s, no se puede comparar a otras identidades sexuales porque no viven lo mismo…Pero de la misma manera que no hablamos de otras identidades sexuales tampoco mencionamos a los hombres, ellos están implicados en cada uno de los abortos, y los olvidamos…”

El debate siguió por dos largas horas, y me animó a desarrollar esta idea que ronda mis pensamientos hace varios años y que ahora la puedo poner en palabras escritas…

El pasado
Hace unos años atrás estaba en Asunción, Paraguay en una de las primeras acciones de la Campaña 28 de Setiembre, por la Despenalización del Aborto en América Latina, hablaba con mi compañera y en broma le dije: “nosotras las lesbianas no tenemos que esforzarnos tanto por el aborto”, bromear con las feministas era/es difícil, siempre había que explicar todo, y yo que también era feminista (sigo siendo feminista y me animo a cuestionarme, a reírme de mí misma y cuestionar y reírme de ese “feminismo tradicional” y no es que yo me crea la moderna, sólo me río y me desnudo con mis errores y escribo así…) cuando me encontraba en esa situación de tener que explicar mi broma, quería que la tierra me tragara, eso pasó, pero la tierra no me tragó y mi compañera feminista intelectual políticamente correcta a quien nunca parecía turbarle nada, ni la más dura activista fundamentalista católica, me respondió: “sos una mujer y te pueden violar al salir de acá, quedarte embarazada y querer abortar”; yo, que estudié en un colegio de monjas, me sentí culpable luego de escuchar a mi compañera, ¡qué terrible pensamiento se me había cruzado por mi mente para decir semejante estupidez, para atreverme a bromear con el aborto y las lesbianas! Me sentí mal, quería borrar esas palabras, avergonzada delante de mi compañera feminista intelectual políticamente correcta, por una estúpida broma; sin embargo la bruja que llevo dentro me decía que el punto para que yo defienda el derecho al aborto no era sólo ser sujeta de una posible violación, algo más tenía que existir, no era sólo la violación, ni el deseo de no ser madre, ni el hecho de ser una lesbiana que, en ese entonces, quería reafirmar su identidad como tal.

La crítica
“Nosotras parimos, nosotras decidimos”, este slogan es un error, es mentira y además ¿quien quiere que sea así? Está basado en la diferencia sexual, remarca a las mujeres biológicas y deja fuera, o pone el énfasis, en “el destino biológico de las mujeres”: embarazarse y ser madres. Si ese destino es construido, si nuestros deseos son construcciones culturales, ¿porque reafirmar lo biológico? Yo no quiero parir, por lo tanto nunca voy a decidir, ¿quiénes son nosotras? El deseo de ser madre ¿se construye o no? O, ¿está en los cromosomas xx de cada mujer ser madre?

Entonces ¿cómo defendemos el derecho al aborto?, ¿Por qué viene la tristeza si se penaliza? El control de los cuerpos en esta sociedad, el de la Iglesia Católica, como uno de los poderes principales, no sólo es el de los cuerpos de las bio-mujeres, es el control de la sexualidad de los cuerpos en su diversidad, en su diferencia y subjetividades, si lo focalizamos solamente al de las bio-mujeres nos equivocamos (¿porque nos olvidamos de Foucault? Aquella compañera intelectual feminista políticamente correcta lo leyó seguro, y ¿entonces?), y la Iglesia Católica casi nunca se equivoca, ellos siempre tienen el discurso correcto: el aborto, los putos, su matrimonio homosexual y su no al uso del condón, todo junto.

¿Son las bio mujeres las únicas que mueren en las camillas por abortar? ¿Y la niñez trans e intersexual?¿No mueren por querer ser lo que son? O mejor, ¿cómo viven por querer ser lo que son? Si soy lesbiana (que ya no soy) ¿defiendo el derecho al aborto porque puedo quedar embarazada de una violación? ¿No existen hombres trans embarazados? ¿No se puede comparar? ¿Vamos a contar cuántos muertos tiene cada identidad para ver de quién hablamos, y el derecho de quién defender? ¿Cómo vamos a hablar de aborto con la ya famosa lista de la diversidad: putos, tortas, travestis, intersexuales, bisex, etc. etc.? ¿Cómo? ¿Y los hombres biológicos heterosexuales, dónde caben? La lista nos persigue, la lista no se embaraza, auxilioooooooooooooo, yo también me voy.


Fuente: Mi cuerpo NO es mío, ni de Benedicto