Encuentro Feminista del Paraguay 2013. Foto: Luis Vera

“¿Cómo voy a pagar salario mínimo a mi empleada si yo gano solo eso?”

¿Qué va a pasar con las mujeres que ganan salario mínimo si deben pagar salario mínimo a las trabajadoras domésticas que quedan en sus casas? ¿Quién cuidará de los niños y la casa? ¿Por qué las trabajadoras domésticas van a ganar salario mínimo si para limpiar no hace falta ir a la universidad? Las trabajadoras domésticas desgranaron y de-construyeron estas y otras preguntas en el conversatorio “Derechos del Empleo Doméstico  y autonomía económica de las trabajadoras domésticas” que tuvo lugar en el marco del Sexto Encuentro Feminista del Paraguay en la ciudad de Encarnación.

Verônica Ferreira, feminista, investigadora social e integrante de SOS Corpo y de Articulación de Mujeres Brasileñas (AMB) facilitó en encuentro en conjunto con  Clyde Soto, del Centro de Documentación y Estudios (CDE). Ambas pertenecen a organizaciones integrantes de la Articulación Feminista Marcosur (AFM).

En Paraguay, la Ley del Trabajo Doméstico Nº   5.407/2015 dice en su artículo 10 que “el salario mínimo legal para el trabajo doméstico no será inferior al 60% (sesenta por ciento) del salario mínimo legal”. Esto implica que el empleador está obligado solo a pagar Gs 1.094.433 cuando el fundamento del salario mínimo supone que es “lo mínimo” que una persona necesita para “vivir digna y libremente”. Ese salario mínimo que rige para todos los trabajadores es hoy de 1.824.055 guaraníes (unos 300 dólares) y es establecido en base a indicadores y  cálculos hechos por especialistas e instituciones financieras.

En busca de la igualdad salarial, las trabajadoras organizadas de la  Asociación de Empleadas del Servicio Doméstico del Paraguay (ADESP), el Sindicato de Trabajadoras Domésticas del Paraguay (SINTRADOP-L), y el Sindicato de Trabajadoras Domésticas y Afines de Itapúa (SINTRADI) lograron el apoyo de parlamentarios y parlamentarias para presentar el 30 de marzo del 2016 un Proyecto de Ley  “Que modifica el artículo 10 de la Ley No. 5407/15 Del Trabajo Doméstico” en la Cámara de Senadores.

Daniela Ferreira, Articulación Feminista del Mercosur.

Verônica Ferreira, Articulación Feminista del Mercosur.

Cuando se justifica la explotación: una cuestión de consciencia

“También soy mujer trabajadora. Yo voy a trabajar ocho horas, pero entonces necesito que la persona que se quede en casa esté antes y me espere  hasta que yo llegue”.  Hay un problema aquí en este razonamiento: estoy pensando como un  patrón que se aprovecha y pone el peso de la situación en el eslabón más débil.

“En Brasil, la primera reacción a la nueva ley que establece derechos para las trabajadoras domésticas fue similar. Por ejemplo, derecho a la jornada semanal de 44 horas, que toda la clase trabajadora de Brasil tenía excepto las trabajadoras domésticas. En  la ciudad donde vivo, Recife, al noreste de Brasil, la jornada media era de 57 horas de trabajo  semanal. Solamente para tener una idea de los términos de la relación de explotación. Acá también la cosa también pasa por ahí, entonces, hubo mucha reacción”, dijo Verônica Ferreira.

“Cuando la ley fue aprobada, me entrevistó una periodista que decía “sí pero y ahora cómo van a quedarse las mujeres trabajadoras, si las trabajadoras domésticas van a salir a las 18, qué van a hacer, cómo van a hacer, ¿cuál es el impacto para las mujeres trabajadoras?” ¡Esta era la pregunta!  Yo entonces, respondí:  Bien, es un buen impacto porque la mayor categoría de mujeres trabajadoras son las trabajadoras domésticas y  ahora tienen una jornada limitada, entonces pueden disponer de más tiempo para estar con sus hijos, hacer su vida, etc. etc., pero la pregunta revelaba que las trabajadoras domésticas no eran vistas como trabajadoras que también tenían derechos, hijos, compromisos, necesidades de estudiar por la noche, un horario para eso, es como si fueran solamente subsidiarias de otras mujeres de clase media trabajadoras”

“La otra pregunta fue: ¿Y si una persona no puede pagar ahora el salario por la jornada? ¿Qué va a hacer? Yo decía: ¡va a hacer su propio trabajo doméstico! Es así como hacen las trabajadoras domésticas y todos los demás que no pueden pagar el valor justo de una relación de trabajo. Es así cómo funciona la cabeza del patrón y la mentalidad de explotación: ¿ahora qué voy a hacer si no puedo pagar? La respuesta es sencilla: hacer tú el trabajo doméstico si no puedes pagar el salario justo”

¿Quién cuidará de los niños y de la casa?

Todo está organizado para que las mujeres sean las que cuidan de los hijos. Aún si trabajan afuera, deben volver a hacer la cena y hacerse cargo de otras tareas de la casa: bañar a los hijos, cuidar de que todo esté limpio y ordenado.  Entonces, existe como una asignación social respecto del cuidado que es a la vez asumido por las mujeres.

No es en vano que cuando se encuentran casos de niños en situación de abandono o casos de abuso sexual, a quien la justicia persigue más fuertemente es a la madre y nunca se libra una orden de captura del padre. Sólo desde hace poco, los padres que no cumplen con la ayuda alimentaria pueden ir a la cárcel. Aún no existen estudios de cuántas mujeres fueron ingresadas a la cárcel Buen Pastor y cuántos hombres fueron ingresados a Tacumbú por “violación del deber del cuidado” o “incumplimiento de la prestación alimentaria”.

“En lo cotidiano se plantea un problema cuando una mujer se emplea en otras áreas y deriva el trabajo doméstico a otra mujer. El trabajo doméstico y los derechos de las trabajadoras domésticas hoy cubren un sistema de  organización del trabajo reproductivo en nuestras sociedades en donde la responsabilidad del estado no existe. Las personas que cubren  esas responsabilidades que hoy los estados no tienen son las trabajadoras domésticas sobre explotadas”, dijo Lilian Soto. El problema de que no haya mujeres que cuiden de los niños y las  niñas, no es un problema solo de las mujeres. Es un problema de toda la sociedad, explica.  Soto explicó que existen ejemplos de buenas prácticas, en donde los Estados que asumen políticas de cuidados, permiten compartir como sociedad  las responsabilidades en torno a los trabajos que se hacen día a día y que hoy están invisibilizados porque los hacen las mujeres.

Angélica Maciel, del Sindicato de Trabajadoras Domésticas de Itapúa (SINTRADI) expuso sobre la necesidad de trabajar un proceso para que las mujeres empleadoras entiendan que se trata de derechos y que lo que se busca es la igualdad, en el sentido de que si se valora el empleo doméstico, el trabajo doméstico que hacen en horas extras aquellas mujeres que trabajan en otros rubros también cobrará mayor valor y los otros miembros de la familia deberán ayudar más.

“Desde que pedí mi IPS, mi patrona nunca más vino a comer en su casa al medio día. Hace un año que no viene a comer, pero invité a mi patrona para que participe y conozca que el tema del feminismo  es algo interesante” dice de su experiencia sobre el reclamo de derechos.

 

La división entre mujeres  o plantear el problema de los cuidados

 

Para Lilian Soto es inadmisible que se diga que no se puede aprobar el salario mínimo porque las maestras que solo tienen un turno no van a  poder pagar. “Que se nos plantee que para resolver los problemas de un grupo de mujeres se tenga que explotar a otro grupo de mujeres, es inadmisible, además,  existen estudios, aquí estamos hablando de uno de los  sectores que más mujeres emplea: 220 mil mujeres en Paraguay”, expresó

“Esto implica que hay una incapacidad de debatir sobre cuáles son las soluciones que tienen que haber para que no existan sistemas de explotación. Esos sistemas de explotación son los que ya no podemos tolerar. Las docentes no son las que tienen que plantear: ¿Cómo vamos a solucionar nuestro problema de que ganamos salario mínimo y tenemos que pagar salario mínimo a las trabajadoras domésticas? No! La pregunta es ¿Cómo vamos a resolver el problema del cuidado en la sociedad? ¿Cómo vamos a hacer que las mujeres dejen de estar explotada? No es una cuestión individual de cómo voy a resolver mi problema que ya no voy a poder explotar a otra mujer. Cuándo  se nos plantea de esta manera,  estamos siendo sencillamente las repetidoras de los conceptos patriarcales y capitalistas que sustentan los sistemas de dominación de estas características”, dijo Lilian Soto.

“En el parlamento decían  ¿y cómo van cuidar sus hijos las mujeres?, ¿Cómo si no fueran 200 mil las mujeres que hoy tienen el problema de cómo dar de comer a sus hijos e hijas? No podemos caer en la trampa de los argumentos del sistema capitalista de explotación que nos dice: peléense entre mujeres para ver cómo resuelven esto porque este es un problema de mujeres. No es así. La crianza y la existencia de personas en nuestra sociedad no es un problema solamente de mujeres, es un problema de todos. Si no existe la construcción de un ser social. Si una criatura no nace, no crece, no se vuelve un ser social, no se educa, etc.etc. ¿Quiero saber cómo la sociedad va a sobrevivir?”, preguntó.

Myriam Agüero, del Sindicato de Trabajadoras Domésticas del Paraguay (SINTRADOP-L) dijo que las organizaciones de docentes deben unirse a los reclamos. “Nosotras tenemos que unirnos y luchar con las compañeras docentes. Por un salario digno para las docentes, por un horario justo y no porque a las docentes les falta, las trabajadoras domésticas  tienen que ser explotadas. Las mujeres docentes y las mujeres trabajadoras domésticas tenemos que encontrar la forma de unirnos, unirnos todas. Tenemos que debatir y pedir que haya guarderías: Faltan guarderías para que los hijos e hijas de docentes estén seguros mientras ellas trabajan, también faltan guarderías para que los hijos de las trabajadoras domésticas tengan un lugar mientras vamos a trabajar. Ahora, nosotras muchas veces les dejamos a nuestros hijos con el vecino, en la calle, mientras vamos a trabajar. Si no tenemos una vecina, un vecino o una mamá cerca, le dejamos en la calle. Toda la vida fue así y para cambiar eso, tenemos que trabajar: que el gobierno ponga guarderías, que la municipalidad ponga guardería, que nos unamos y luchemos por eso”, dijo.

Kelly Agüero de la ADESP dijo que siempre se utilizó a otras mujeres en el argumento de la explotación a las trabajadoras domésticas. “En el parlamento, mientras tocábamos puerta por puerta explicando nuestros derechos, nos decían los parlamentarios que las madres solteras cómo dejarían a sus hijos. Entonces, nosotros dimos la idea, entre comilla, de por qué no ponen guarderías. Existe una ley que los empresarios deben poner una guardería cuando tienen 50 empleados. Hay muchas instituciones públicas y empresas privadas que tienen más de 50 empleados y  no tienen servicios de guarderías: el Estado debe controlar eso”, expresó.

“Nosotras las trabajadoras domésticas sabemos que cuánto más de alta sociedad, peor pagan a sus trabajadoras.  Hace poco,  un senador nos dijo que le pagaba un millón quinientos mil a su empleada, después averiguamos y descubrimos que en realidad tiene tres empleadas y le paga 500 mil a cada una. Esto es inadmisible”, dijo Agüero.

Otra trabajadora expuso que algunas personas hablan de su empleada: “me llevó mi azúcar, me llevó mi galleta, me llevó mi arroz”. ¿No se preguntan ellas por qué sus empleadas le tocan su arroz o su galleta? Una vez una amiga de mi patrona se estaba quejando de su empleada, a quien paga un salario miserable y le dije eso: ¿No se pregunta, usted? Entonces, se enojaron conmigo. “Nde neremba´apo mo´ai otro lado, porque nde nderevolucionaria”, me dijo mi patrona”, expuso.

Para Clyde Soto, el desafío es discutir y colocar una agenda de lucha por políticas de cuidado y dejando claro, que ninguna solución pasa por explotarle a otra mujer. “¿Cuál es el valor que le damos al cuidado? ¿Cómo vamos a permitir que una niñera esté ganando menos del salario mínimo cuando cuida lo que supuestamente más queremos en la vida: nuestros hijos? ¿Qué significa que dejemos las cosas que más valoramos a una persona cuyo salario no es suficiente para una vida digna? ¿Si le pasa algo al niño o la niña? ¿Se imaginan el desastre? ¿Le damos lo que más valoramos, lo que más queremos y queremos pagarle menos que el sueldo mínimo? “, dijo.

Este conversatorio es una actividad coorganizada por el Centro de Documentación y Estudios (CDE) y la Articulación Feminista del Marcosur (AFM) y  fue posible gracias al apoyo  del Fondo para la Igualdad de Género de ONUMujeres y la Unión Europea.

Foto: FR.

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