[Una mirada a las contradicciones de un país productor de alimentos y con niñas/os desnutridos]
“Paraguay figura entre los diez países exportadores de carne; es el cuarto exportador mundial de la soja; primer país con certificación de azúcar orgánica en la región. Paraguay, gran productor de alimentos, sin embargo, más de un millón de pobres, de entre ellos 710.000 en situación de miseria. 89 muertes maternas de cada 100.000 madres y 20% de las muertes maternas es en adolescentes. 2 de cada 10 mujeres fueron violentadas antes de los 15 años. ¡Basta ya de abusos!”, con estos datos comienzó la mesa de análisis “Salud de las Mujeres sin respuesta del Estado” en el El Granel (Asunción) el pasado viernes 29 de mayo, en el marco de la conmemoración por el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres.
“Ni muerta, ni enferma, ni maltratada. Vida digna para todas y todos” es el lema del Movimiento Nacional por el Derecho a la Salud para poner en agenda las necesidades de políticas públicas que tengan el principio de la salud como un derecho humano.
“Si nosotros creemos y sostenemos que la salud es un derecho, la salud tiene que ser universal, tiene que ser para todos los habitantes de nuestro territorio. La salud es para todas y todos, sin excepción de edad, sexo, sin exclusiones. El concepto de universalidad, está vinculado a otro concepto como la equidad, que es un principio de justicia social”, dice Martha Perrotta, una de las fundadoras del Movimiento Nacional por el Derecho a la Salud.
“El concepto de equidad tiene una lógica de “a cada quién, según su necesidad”. Las necesidades de salud con sus especificidades que se dan en el campo, en el bañado, en el adulto mayor, en la discapacidad y otras particularidades. Es decir, este concepto implica un acercamiento diferente”, expresa.
“Un tercer principio es la de integralidad, que está profundamente vinculado con el concepto de universalidad. La integralidad implica que la salud debe ser atendida desde la necesidad de una gripe o un tratamiento costoso como implicaría un cáncer u otro tipo de enfermedades. Todos estos aspectos son interdependientes: Universalidad, integralidad, equidad”. “La salud es un derecho indiscutible, es el derecho a vivir bien, a vivir con calidad”, plantea.
SALUD INTEGRAL
“Cuando hablamos de salud, hablamos del completo bienestar, no solamente como ausencia de la enfermedad. No estamos hablando exclusivamente de ausencia de enfermos, sino de un completo bienestar social, e incluye dimensiones como la salud mental”, expone Lilian Soto, médica y feminista.
Lilian Soto sostiene que a la hora de hablar de salud, hay que considerar cuatro dimensiones:
1-Los determinantes socio-económicos-culturales: ¿Qué significa un determinante? Aquello que tiene un efecto directo o indirecto en la salud, en este caso. Por ejemplo: la pobreza, la situación de acceso al agua potable, la deforestación o el mantenimiento de nuestro ambiente. ¿Cómo afecta a las mujeres esto?
Si no existen las condiciones para una vida digna, las responsabilidades de los cuidados (hijos, familia, alimentación, hogar) recaen exclusivamente sobre las mujeres. Entonces, si la mujer trabaja afuera, no solo trabaja los 8 horas, sino que tiene dobles o triples jornadas. La sobrecarga de trabajo de las mujeres es un tema que necesita una mirada.
Para Soto, si además existe un corte de clase y etnia, las condiciones de las mujeres empeoran. “Si somos mujeres, de por sí tenemos menos condiciones pero, si además de ser mujer somos pobres y somos indígenas, las desventajas se multiplican”, sostiene. Actualmente, no existe corresponsabilidad familiar y la carga de todo lo que tiene que ver con el cuidado, con la crianza de los hijos, con la atención a las personas adultas de la familia, todo recae de manera mucho mayor en las mujeres.
2- La situación de la salud: En esta dimensión debemos hablar de la salud entendida como salud física, biológica. Ahí hablamos cuánta gente muere, cuándo muere, es decir, la morbimortalidad. Aquí, vemos cómo las muchísimas mujeres en Paraguay todavía mueren de enfermedades prevenibles.
Ejemplos de todo esto los tenemos por ejemplo en el cáncer, o en la fmeiniszación del VIH-SIDA.
-El cáncer: El cáncer de mama es la primera causa de muerte de mujeres en nuestro país. Sin embargo, este cáncer, al igual que el cáncer del útero, puede ser controlado con la detección temprana. ¿Pero cuándo aparatos para mamografía hay en el servicio público?
-La feminización del VIH-SIDA: Hace cinco años, los datos de VIH hablaban de una relación 3 -1. ¿Qué significa esto? Que de cada 3 hombres con VIH, había 1 mujer. Actualmente, la situación es : por cada dos hombres, hay una mujer diagnosticada con VIH. ¿Qué pasó ahí? ¿Qué el sistema de prevención no funcionó?
-La cuestión de género: El sistema de salud hoy considera desde lo implícito que las mujeres no trabajan y no se estresan. Los programas cardiovasculares están dirigidos a los hombres y cuando se habla de la mujer, solamente se piensa en ella como reproductora. Sin embargo, en los últimos tiempos, justamente porque no hay prevención, empiezan a aparecer cada vez más mujeres con problemas cardiovasculares u otros problemas, para los que el sistema de salud sólo consideraba una enfermedad masculina.
3-El acceso a los servicios:
Hoy, la gratuidad de la salud no es tal. Porque no se cobran los aranceles, pero no hay medicamentos. La principal afectada por la ausencia de la gratuidad del servicio de salud es la mujer, porque ella se encuentra en situación de dependencia.
“Se ven más afectadas las mujeres, y hay estudios realizados en 2006-2008 sobre los sistemas de salud en dónde se muestra que quienes acuden a los servicios de salud son mayoritariamente mujeres”, explica.
4-La gestión de la salud: ¿Cómo llevamos a cabo el proceso de administrar todos estos aspectos que hacen a la salud?. ¿Quiénes administran la salud? ¿Cómo lo hacen? ¿Definen o no la política? La No –Política es una política- porque dejar de hacer cosas, están dejando que sucedan. ¿Hay participación?
Si hablamos de participación, hay una cuestión desde la formación de los médicos que cuando llega una persona al consultorio se plantea: “Yo te digo lo que te pasa, vos sobre tu cuerpo no sabés”. Y esta historia de jerarquía comienza en la universidad en dónde en el bautismo de ingreso, los que están en último año de medicina se hacen llamar “DIOS”, es decir, los que deciden la muerte o la vida. Entonces, con esa lógica se construyen las relaciones de poder y allí hay una cuestión de género, puro y duro que hay que abordar. No es “de balde” que el médico te dice “mamita, abrí las piernas”. Y si profundizamos esto se expresa hasta en la frase “mi paciente”, es decir, el que padece.
Temas claves para una agenda de salud para todos:
-Laicidad del Estado.
-El conocimiento no es solamente científico.
-Gestión de la salud desde las propias necesidades.
-Construcción de capacidades y conocimientos de género en el personal de salud.
-Tenemos un plan nacional de salud sexual reproductiva. Tenemos un protocolo que establece cómo atender a las mujeres que llegan una secuela de aborto, tenemos protocolo para el tratamiento del abuso sexual, pero no se forma a la gente en estos temas. Se ha construido un montón de instrumento, pero que hoy son letra muerta.
-Protocolo para el aborto: La ley nacional es restrictiva desde el aborto, pero quien no aborta es la mujer es pobre. Si una mujer quiere abortar, en Paraguay, lo hace en una clínica privada. Si tiene dinero, se toma un avión, se va a Uruguay, aborta y vuelve. Si lo que le pasa a la niña de diez años, le hubiera pasado a una niña de una familia adinerada, ¿Qué hubiera pasado? Es indudable, lo que hubiera sucedido.
¿Quiénes no pueden abortar? Las niñas violadas que llegan al sistema público de salud, que en lugar de ofrecerle como primera opción- y aquí aclaremos siempre el aborto como opción, porque nadie debería obligar a abortar a nadie- le imponen llevar el embarazo hasta el final, poniendo en riesgo la propia vida.
Fuente: Comunicación – Centro de Documentación y Estudios (CDE)