Encuentro Feminista del Paraguay 2013. Foto: Luis Vera

Los peligros del microcrédito para las mujeres

Silvia Federici. Foto: Luis Vera

 

Fátima E. Rodríguez (*)

Silvia Federici es de hablar despacio y profundo. Este martes 28 de noviembre realizó una exposición en la apertura del Seminario Internacional “Luchas y alternativas para una economía feminista emancipatoria”. En el auditorio se encontraban mujeres feministas rurales y urbanas de Paraguay y de otros países de la región. Silvia Federici no se define marxista ni anarquista, ni autónoma, como la refieren en los periódicos,  se define feminista y punto.

“El microcrédito es una política que se ha introducido con el fin de acabar con la pobreza, pero el asunto,  en realidad, es que se ha convertido en una política que ha transformado a muchas mujeres a la figura de endeudadas”, dice.

“Hoy se está con endeundamiento demás. Además, son tantas las mujeres endeudadas que viven en condiciones de grandes dificultades económicas. Todavía viven en una situación imposible, porque una vez que no pueden pagar los préstamos, las avergüenzan, están sujetas de violencia psicológica y hasta física, porque pierden el apoyo de otras mujeres en su comunidad, empezando con el grupo de las mujeres con el cual buscó el préstamo. Entonces, un análisis muy contundente del microcrédito, de mostrar cómo estos programas son construidos; no es que “no se aplica bien”, es que están construido de forma para empobrecer. Son construidos de una manera que sirve para separar a  las mujeres del campo. Porque deben pagar inmediatamente, todas las semanas, así que no tienen tiempo para el cultivo”, añade.

Federici contextualiza que en los primeros tiempos el feminismo planteaba la posibilidad de salir a trabajar afuera de la casa como un forma de emancipación, pero con el tiempo las mujeres trabajadoras no solo debían trabajar afuera y dentro de la casa, sino que además, con las deudas – porque ganan menos- terminaron trabajando más cantidad de tiempo.  “Hoy, las mujeres son los sujetos más endeudados del mundo.El 60% de los endeudados, son mujeres. Las más endeudadas no son las más pobres que no pueden conseguir préstamos, son las mujeres que trabajan fuera de la casa”

“Se ha creado toda una forma de acumulación de capital, lo que son las compañías de préstamo del día de la paga, compañías que dan préstamos al 50% de intereses y las mujeres deben pagar el día de la paga. Las mujeres son el número más grande en las que prenden estos préstamos.  Esto nos da una gráfica de cómo el trabajo fuera de la casa no nos ha emancipado. Hoy, las mujeres están tan empobrecidas que se habla de la feminización de la pobreza, que venden todo. Esto es el mercado. El mercado es nuestro cuerpo: venden sus órganos, sus riñones, venden sus vientre, el útero- la maternidad subrogada, venden sus hijos. Eso nos da una imagen muy clara de lo que es la situación de las mujeres. Si una  vez las mujeres tenían un pedazo de tierra, en las áreas rurales; hoy no. Las están expulsando o se les permite mantener la tierra -yo llego de Costa Rica ahora- que me han dicho “sí, alguna vez te dan un pedazo de tierra, pero te obligan a producir para la exportación”, así que en poco tiempo, las mujeres la pierden, y no solamente la pierden, se  sienten culpabilizadas y dicen “pero yo no soy capaz de ser emprendedora”, porque les dicen “así, así, debe ser así”…bueno. Esto es parte de esta violencia”, dice.

Silvia tampoco dice que hay que quedarse en casa. Lo que propone es trabajar “una comunidad”, con contexto más cooperativo, de cambios en las formas de reproducción social, pero plantea hacerlo ahora y no esperar del Estado.

Myrian González, Silvia Federici, Natalia Quiroga y Patricio Dobrée durante el Seminario Internacional “Luchas y alternativas para una economía feminista emancipatoria” organizado por el CDE, AFM y CLACSO. Foto: Luis Vera

 

 

CULTIVO DE SUBSISTENCIA: AGRICULTURA FAMILIAR CAMPESINA

Federici dice que otra tarea importante de la Economía Feminista es mostrar la importancia del cultivo de subsistencia, es decir, aquello que en Paraguay se llama Agricultura Familiar Campesina.

“Está una guerra que muchas organizaciones financieras como el Banco Mundial, que están diciendo que esta cultura de  la agricultura de subsistencia  es la causa de la pobreza en el mundo, que las mujeres que son ligadas a formas de tecnología atrasada son culpable del empobrecimiento de su comunidad. Porque – dice el Banco Mundial – es el dinero,  no es la tierra que es fértil. La tierra debe servir como colateral: la debe traer al banco para conseguir, para buscar préstamos y con los préstamos construir forma de emprendedurismo.  Y en realidad, la consecuencia de esto- como he dicho antes- es el endeudamiento de las mujeres. Muchas mujeres se han suicidado a causa de la vergüenza que tenían de no poder pagar sus préstamos”, dice.

Explica que la “Economía Feminista tiene su origen en los movimientos sociales y que sus  visiones epistemológicas de la economía feminista llegan del movimiento, de su debate, de su análisis sobre el concepto de la reproducción y su crítica de los años 70”

“Una tarea fundamental de la economía feminista debe ser a nivel general, más teórico, la de promover una crítica de la lógica de la acumulación capitalista que es una lógica que se funda sobre la explotación del trabajo humano, que se funda sobre la privatización de  la riqueza natural y de la riqueza producida, por eso tiene efectos muy devastante  sobre la vida de las personas. Entonces, hay que empezar a repensar el mundo; a repensar las actividades que nos reproducen en un contexto de otra lógica dónde se pueda fortalecer un sentido más común del  mundo, que un “otro mundo es posible”. Creo que esto debe ser una de las tareas principales de la economía feminista y  también hacer una crítica del concepto mismo de economía que nos han enseñado, de economía como la ciencia de cómo utilizar la distribución de la riqueza en un contexto de escasez. Creo que es importante para la economía feminista demostrar que no hay escasez, que la escasez hoy y siempre es una cosa producida de las desigualdades sociales. Es una cosa producida de un sistema que está comiendo el mundo, que se apropia de la riqueza natural, que destruye tanta riqueza natural y no se preocupa de reproducirla para las nuevas generaciones”, dice.

 

Feminismo: un movimiento de refugio en Paraguay

Federici viene a compartir sus ideas en un año complejo en el Paraguay para los movimientos sociales. Por un lado, un año previo de elecciones donde la oposición está divida y fragmentada; donde  las organizaciones de centro para izquierda que eran pequeñas hace un tiempo, se partieron en dos o tres volviéndose aún más reducidas. Es decir, del centro a la izquierda, la característica es la “atomización” sea que las organizaciones se encuentren jugando a lo electoral o no.

Por otro lado, todo ese proceso de fragmentación encuentra un camino de convergencia en el feminismo en diferentes actividades en el 2016 y  que se nota más contundentemente en la marcha del 08 de marzo de este año.  Durante el gobierno de Horacio Cartes, el  feminismo  se convierte en el “movimiento refugio”  que supera las internas y las complejidades de miradas desde la oposición. Hay que decir, que no faltan los intríngulis partidarios o  apartidarios, pero hay una consigna superior que une a las mujeres:  ¡No violencia!

El otro movimiento que ha mostrado oposición a este gobierno es el movimiento campesino. Este año también hubo una tensión que se  hizo pública: Actualmente existen dos líneas grandes del movimiento campesino: Por un lado, los que hicieron las grandes manifestaciones del 2016 y 2017, por más de un mes, agrupados en la Coordinadora Nacional Intersectorial (CNI) cuyas principales reivindicaciones son: la condonación de la deuda;  la asistencia técnica y mercado para la producción;  y regularización de los asentamientos. La Coordinadora Nacional Intersectorial está integrada por organizaciones que en sus bases son cercanas a los partidos políticos tradicionales y al Frente Guasu, pero básicamente, logra una adhesión importante porque supo canalizar el ahogo económico a causa de las deudas.

Y por otro lado, la Federación Nacional Campesina cuyas propuestas giran en torno a una propuesta política de un  “Congreso Democrático del Pueblo” que comparte con la organización más reconocida de mujeres campesinas: Organización Conamuri. Esta propuesta política plantea  “la renuncia de Cartes y toda su línea sucesoria”, el acceso a la tierra, etc. Pero principalmente acceso a la tierra.

Hace unos meses, según sus referentes “a sabiendas del tiempo pre-electoral como el único momento para movilizar un Proyecto de Ley de Apoyo a la Agricultura Familiar Campesina”, la CNI hizo una manifestación importante que molestó en la ciudad y movilizó a los medios de producción cultural afines al gobierno de Horacio Cartes para agudizar y ensañarse no sólo con la manifestación, sino contra la cultura campesina. En ese contexto, la  Federación Nacional Campesina,  que se jacta de una propuesta anticapitalista,  no solo salió a decir que lo que estaban pidiendo los manifestantes “estaba mal”, dio ejemplo de que “la condonación no había funcionado” en otros tiempos; sino que, en pleno conflicto, se sentó en una mesa de diálogo con el gobierno de Horacio Cartes en torno al seguro agrícola. El seguro agrícola propuesto por el gobierno sin beneficiar a los grandes capitalistas financieros es casi como una utopía.

Al  feminismo aún no ha llegado la tensión del movimiento campesino de manera plena porque en Paraguay, el feminismo tiene un rostro muy urbano. Hubo sí, dos marchas el 25 de noviembre último, pero lejos de verse como una tensión, el feminismo  una vez más ha podido cristalizar las diferencias y potenciar ambas marchas, tomándose una vez más como una forma de converger en la divergencia.

A propósito del microcrédito, las historias recogidas en la serie #EnSusZapatos muestran cómo exactamente ocurre lo que dice Silvia Federici en Paraguay: Las mujeres son las más perjudicadas por los microcréditos, sea porque deben abandonar sus familias y venir a la ciudad a trabajar de empleadas domésticas o sea, porque están en riesgos de perder sus tierras.

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(*)Los escritos firmados son de exclusiva responsabilidad de su autora. Las opiniones vertidas aquí no representan posiciones institucionales del Centro de Documentación y Estudios.